El cambio climático es uno de los principales retos a escala global. Desde hace años sus efectos se han hecho evidentes en todo el mundo. La crisis climática actual nos urge a tomar acciones inmediatas y decididas para evitar llegar a un punto de no retorno.

El pasado enero de 2020 el Ayuntamiento de Barcelona publicó su Declaración de Emergencia Climática (DEBO) por la que se comprometía a la reducción del 55 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEH) respecto a las emisiones de 1990 al 2030 y manteniendo el objetivo de llegar a ser una ciudad neutra en carbono al 2050.

Uno de los aspectos sobre el que hace énfasis la DEC es la necesidad de que todos los sectores contribuyan a los objetivos de reducción, con especial mención a las grandes infraestructuras como el puerto y el aeropuerto y las emisiones de los sectores del transporte marítimo y aéreo.

Al 2019, año precovid, las emisiones del sector aeronáutico vinculado al Aeropuerto de Barcelona supusieron unas 8.400.000 toneladas de CO₂, más del doble que las emisiones derivadas del consumo de energía de la ciudad de Barcelona.

Además, el avión es el transporte más emisivo por pasajero y kilómetro, siendo 9 veces más que la alternativa ferroviaria y en el caso de las mercancías todavía lo es 28 veces más que el tren por tonelada y kilómetro, aunque el tren puede ser CERO emisiones si se garantiza el suministro con energías renovables.

En este documento se plantean reflexiones y propuestas sobre actuaciones para reducir las emisiones de GEH, tanto a escala local (movilidad, generación renovable, electrificación, etc.), como una escala más amplia, destacando las propuestas para la sustitución o racionalización de los vuelos de corto alcance por una alternativa ferroviaria y la necesidad de tasar las emisiones para acelerar un cambio tecnológico y de combustible en el sector para aquellas rutas que no tienen una alternativa ferroviaria viable.